ira

Ira

En el Mandala de las Emociones la ira pertenece a la familia de las pasiones, o sea, de los excesos. La ira y la euforia. son hermanas; una actúa para destruir, la otra, para construir. La contracara de la ira es el odio. En este caso el odio se origina por una ira que al debilitarse se transforma en su opuesto. Por eso nos referimos al odio como la ira fría.

La ira es la pasión del alma que mueve a indignación y a enojo. Dice Aristóteles: "El que se deja arrastrar por la cólera, en ciertas ocasiones, contra los que lo merezcan, haciéndolo además del modo, en el momento y durante todo el tiempo que sea conveniente, debe merecer nuestra conformidad."

Las emociones se expresan equilibradamente o desequibradamente. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción. La ira cuando es equilibrada lleva al éxito, pero, cuando es excesiva o deficiente en la actuación, lleva al fracaso.

Frases que muestran diferentes aspectos de la ira cuando es desequilibrada:

La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos.

No permitan que la ira los haga cometer pecados; que la noche no los sorprenda enojados.

Cuando te enfureces, pero no dices nada; cuando hay muchas cosas que te molestan pero no lo demuestras: ése es enojo pasivo.

La ira, si no es refrenada, es frecuentemente más dañina para nosotros que la injuria que la provoca.

No os entreguéis por demasiado a la ira; una ira prolongada engendra odio.

La ira es una locura de corta duración.

La ira impulsiva siempre se mete en problemas.

La ira sin mesura ni objetivo preciso es una pérdida absoluta de energía y esfuerzo.

Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.

La cólera es orgullosa y necesita palabras altaneras.

La cólera es como un caballo desbocado que, sin freno, se agota con su brío.

Quizá no fuera un cobarde, sino que simplemente había contenido mi rabia.

No contestes a una palabra airada replicando con otra de igual tenor. Es la segunda, la tuya, la que seguramente os llevará a la riña.

Se apagó mi furia para hacerse tristeza.

Y no disculparse del exceso cometido en la embriaguez de la cólera, es más insensato aún que cometerlo. Es el orgullo sosteniendo la estupidez.

La mayoría de la gente mantiene una olla de ira a fuego lento.

¿Cómo es posible que quepa tan grande ira en ánimos celestiales?

Canta, oh diosa, la ira mortífera de Aquiles, hijo de Peleo, que fue causa de innumerables desdichas de los aqueos.

Por estas dos cosas no debe airarse un hombre nunca: por lo que puede remediar y por lo que no puede remediarse.

Airarse es vengar las faltas ajenas en nosotros mismos.

Ni es bien que se muestre airado el que pocas fuerzas tiene.

Ni habrá ira represada que al cabo no engendre odio.

La ira halla armas dondequiera. Para una mano ávida de sangre, cualquier cosa sirve de lanza.

Piensa cuánto más dolorosas son las consecuencias de tu ira que las acciones que la han originado.

Si no puedes evitar la ira, témplala al menos; si no puedes precaver el furor, cohíbelo al menos.

Cada golpe que nuestra ira descarga, vendrá a caer seguramente sobre nosotros mismos.

Cuando estés irritado, cuenta hasta diez antes de hablar; si estás muy airado, cuenta hasta cien.

El hombre airado siempre cree poder hacer más de lo que en realidad puede.

La enemistad es una ira que espía la ocasión de vengarse.

La ira que se ve en la gente rica que de pronto pierde algo que ha guardado durante mucho tiempo, pero que nunca ha utilizado o necesitado.

La ira confiere un gran poder, pero si no se lo impides, ¡acabará destuyéndote!

Donde mora la ira con el poder, rayo es.

Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y la ambición.

La rabia nos lleva a proyectar nuestros miedos en el otro. La rabia engendra violencia, guerras y un dolor extraordinario. La rabia nos destruye, de dentro afuera y de fuera adentro también, sea mediante las secreciones químicas y hormonales de nuestro propio cuerpo o mediante la bala que dispara el enemigo.

Frases que ayudan a equilibrar la ira:

La comprensión es el factor liberador. En esto consiste la práctica de cuidar de la ira.

Vivirás dulce vida, si refrenas tu ira.

No castigues enojado, sino aplacado.

Abre el ojo, y te ahorrarás enojos.

Uno puede estar hirviendo de rabia por dentro, pero sabe que una respuesta serena da mejor resultado que un estallido de ira.

Somos más sinceros cuando estamos iracundos que cuando estamos tranquilos.

Sin rabia, nada cambia.

Así como nuestro cuerpo es mortal, las iras no deben ser inmortales. Así hablan los sabios.

Recuerda que todo hombre sabio teme tres cosas: la tormenta en el mar, una noche sin luna y la ira de un hombre amable.

Nada puede curar la ira excepto la compasión.

Acepta tu ira porque puedes transformarla en energía positiva.

Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.

Autor: Adrián Casasnovas ©