Gracia

Gracia

La gracia es una flor que brota del alma; es el don o favor que se hace o se recibe por lo cual sentimos gratitud. Gracia es también el conjunto de cualidades que hacen agradable a una persona, más allá de su belleza, es decir, su nobleza. Dice Platón: ¿Quién es verdaderamente noble? Aquel a quien la naturaleza dispuso debidamente para la virtud.

En el Mandala de las Emociones la gracia pertenece a la familia de las virtudes. La gracia y la dulzura son hijas del deseo. Cuando se cumple el deseo nacen la gracia y la dulzura.

El buen ejercicio de la virtud nos lleva a la felicidad, el mal ejercicio de la virtud a la pérdida de la felicidad. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción.

Cuando la gracia lleva a la felicidad:

Un sólo pensamiento de gratitud hacia el cielo, es la oración más perfecta.

La gratitud es amable, es decir, invita a amar. Tanto para el que la expresa como para el que la recibe, la gratitud abre la puerta a compartir, a reconocer y celebrar el valor de lo vivido y la presencia del otro.

La gratitud es con seguridad la "actitud" más importante que podemos adquirir, y la que logra más cambios en su vida.

La gratitud es la memoria del corazón.

La gracia, más bella aún que la belleza.

El arte es la contemplación del mundo en estado de gracia.

Las cosas hechas en el momento oportuno tienen cierta gracia.

No hay deber más necesario que el de dar las gracias.

Quien agradece lo que recibe, da a luz una abundante cosecha.

Agradezcamos a los que nos benefician y beneficiemos a los agradecidos.

La gente de éxito siempre dice: gracias. Se da cuenta de que es sano reconocer un trabajo bien hecho.

No hay quien la fortuna no vaya a visitarlo alguna vez en la vida.

Cada cual es artífice de su propia fortuna.

La casualidad siempre es actual; ten siempre echado tu anzuelo. En el remanso donde menos lo esperes, estará tu pez.

Quien menos la procura, tiene a veces más ventura.

Dejemos esclarecer por el tiempo las dudas. La fortuna conduce al puerto muchos barcos sin piloto.

A nadie elevó tanto la fortuna sobre los demás, que no le falte algo.

Las grandes venturas que vienen de improviso, traen consigo alguna sospecha.

La diligencia es madre de la buena ventura.

Al buen corazón, la fortuna lo favorece.

Haga impecablemente lo que tenga que hacer en este momento, y deje el resultado en manos de lo desconocido.

El sabio tiene la plenitud. Aun cuando algo le toque en suerte, lo recibe sin inquietud y lo reserva, goza de una alegría inmensa, constante, íntima.

Cuando reverencias profundamente al universo, recibes reverencias.

El día afortunado es como un día de cosecha; en cuanto el trigo está en sazón, hay que apresurarse a recogerlo.

La fortuna juega a favor de una mente preparada.

La moderación de las personas felices se debe a la placidez que la buena fortuna da a su temperamento.

El último peldaño de adversa fortuna es el primero de la próspera.

Cuando la gracia lleva a la infelicidad:

Si se siente gratitud y no se la expresa es como envolver un regalo y no darlo.

Una persona orgullosa rara vez es agradecida, porque piensa que todo se lo merece.

Prefiero a los que tienen gracia, no a los graciosos.

A veces, uno confunde la gratitud con el amor.

El agradecimiento de la mayor parte de los hombres obedece a un oculto deseo de obtener más grandes beneficios.

La gratitud por el bien que recibimos de manos de alguno parece exigir de nosotros resignación por los males que de las mismas manos nos vienen.

La gratitud, ennoblece, la ingratitud, envilece.

Beneficio recibido, de hombre libre hace cautivo.

Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.

Mezquina cosa es la buena suerte. Su falso parecido con el verdadero mérito engaña a los hombres.

Acusar a los demás de nuestras propias desgracias es consecuencia de nuestra ignorancia.

No hay quien la fortuna no vaya a visitarlo alguna vez en la vida; pero cuando no lo halla dispuesto a recibirla, entra por la puerta y sale por la ventana.

Cuanto eleva la Fortuna, lo eleva para derrocarlo más tarde.

Las desgracias son las lágrimas del alma.

La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas.

Las desgracias más temidas son, de ordinario, las que no llegan jamás.

El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza.

Un corazón lleno de resentimiento y odio es autodestructivo, en especial si se culpa a los demás de nuestras desgracias.

Las desgracias les vienen a los hombres de sola una cosa: de no saber estarse tranquilos en su habitación.

La mayoría de la gente no juzga a sus semejantes sino por su buena o mala fortuna.

Preferimos creernos protegidos por un poder invisible, que vernos reducidos a nuestras propias fuerzas.

Cuando uno fuerza la fortuna, a menudo acaba por actuar con torpeza.

Las personas afortunadas se corrigen poco: Creen tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su mala conducta.

La adquisición de riquezas ha sido para muchos, no un fin, sino un mero cambio de sus desgracias.

Las desgracias, al igual que la fortuna, sólo llegan cuando las hemos buscado con nuestros actos.

La fortuna hace aparecer nuestras virtudes y nuestros vicios como la luz hace aparecer los objetos.

La suerte es siempre el último refugio de la pereza.

La fortuna enloquece, a los mismos que favorece.

Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.

Autor: Adrián Casasnovas ©