orgullo

Orgullo

El orgullo o autoestima es el aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo o de un ser querido, el sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades o méritos propios.

En el Mandala de las Emociones el orgullo pertenece a la familia de las pasiones. El orgullo y la audacia son dos hermanos con caminos antagónicos; la audacia va en pos del logro, el orgullo surge tras el logro. La contracara del orgullo es la vergüenza. En este caso la vergüenza se origina por un orgullo sobreexcitado que provoca debilidad.

Las emociones se encuentran en equilibrio o no. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción. El orgullo cuando es equilibrado lleva al éxito, pero, cuando es excesivo o deficiente, lleva al fracaso.

Cuando el orgullo es excesivo:

Para los vanidosos todos los demás son admiradores.

Las personas demasiado orgullosas crían tristezas para ellas mismas.

El sufrimiento abre el caparazón del ego.

Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.

El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros.

Las paredes de la soberbia son altas y anchas. No se puede ver al otro lado.

La ingratitud es hija de la soberbia.

La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió.

Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado.

No ensalzarse ante los demás ni concebirse como el más grande de todos, ni el más virtuoso.

Quien desee hacer el bien debe evitar la fama.

Nuestro carácter nos hace meternos en problemas, pero es nuestro orgullo el que nos mantiene en ellos.

Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.

La insolencia lleva consigo un castigo: la necedad.

Vano quiere decir vacío: de modo que la vanidad es tan poca cosa.

Cuando el orgullo es deficiente:

A través del orgullo nos engañamos a nosotros mismos.

El orgullo es el complemento de la ignorancia.

El orgullo nos inspira tanta envidia.

Quien no se valora a sí mismo, no puede valorar nada ni a nadie.

Cuando te mires en otra persona para buscar su aprobación, te estás preparando para el desastre.

De los celos: nos vanagloriamos de haberlos tenido, y de ser capaces de tenerlos.

La baja autoestima no se supera con fantasías heroicas.

El golpeado orgullo se refugia en el amor.

El precio que te pones decide tu valor. La subestimación de ti mismo te costará muy caro.

La estimación se consigue menos cuando se busca más.

El orgullo no quiere deber; y el amor propio no quiere pagar.

Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.

Cuando el orgullo es equilibrado:

Aunque el orgullo no es una virtud, es padre de muchas virtudes.

El triunfo es la satisfacción de un ideal o meta.

No hay nada más satisfactorio que tener planes.

Aléjate de aquellos que intentan menospreciarte.

El único límite que uno puede tener para alcanzar la satisfacción del mañana son las dudas de hoy.

La satisfacción interior, la más dulce de todas las pasiones.

La voluntad puede y debe ser un motivo de orgullo.

Hay un sentimiento de satisfacción cuando algo que te imaginabas se convierte en algo real.

La felicidad es disfrutar el presente para divertirnos y descansar satisfechos con lo que tenemos.

La satisfacción en ti mismo es el mayor acto que puedes hacer en el mundo.

Una cierta cantidad de orgullo es un ingrediente útil para el genio.

La satisfacción propia es libertad. La libertad es satisfacción.

Donde hay satisfacción no hay revoluciones.

El campeón invencible no es jactancioso.

El orgullo de los mediocres consiste en hablar siempre de sí mismos; el orgullo de los grandes en no hablar nunca de ellos.

Aprende a valorarte, lo que significa luchar por tu felicidad.

Meng Zhihan no era un fanfarrón. Cuando estaba en la ruta, permanecía en la retaguardia para cubrir la retirada. Sólo cuando llegaba a la puerta de su ciudad espoleaba a su caballo y decía no fue el valor lo que me mantuvo en la retaguardia, sino la lentitud de mi caballo.

El orgullo, que nos inspira tanta envidia, nos sirve a menudo también para moderarlo.

Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.

Autor: Adrián Casasnovas ©