Justicia
La justicia es la virtud que inclina a dar a cada quien lo que merece. Dice Aristóteles: la justicia es un medio entre el exceso y el defecto. Quien comete la injusticia obtiene más de lo que debería tener, y quien la sufre, tiene menos de lo que debería tener. La justicia es condición de la felicidad.
La justicia y la bondad son dos hermanas estrechamente unidas. A veces es más fácil ser bueno que ser justo. Sin el sentido de la justicia, la verdadera bondad es muy difícil de alcanzar. Andan siempre unidas la clemencia y la justicia.
En el Mandala de las Emociones la justicia pertenece a la familia de las virtudes.
El buen ejercicio de la virtud nos lleva a la felicidad, el mal ejercicio de la virtud a la pérdida de la felicidad. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción.
Cuando la justicia lleva a la felicidad:
El tiempo es justiciero y pone cada cosa en su lugar.
Quien es justo y firme en sus convicciones no lo moverán de sus propósitos.
No se trata solo de padecer una injusticia, sino conocer de otras y sentirlas como si fueran propias.
En un mundo de fugitivos el que transita el justo camino, parece huir.
Lo justo debe ser la medida real con que se regule la mayoría y excelencia del poder.
Donde reina la justicia, cumplir con tu deber es ser libre.
La moderación, la tolerancia y la justicia rigen el corazón y desarman el descontento.
Para juzgar bien el corazón humano, estudia el tuyo propio, porque los hombres en general son muy parecidos.
La virtud propia de las almas excelsas es la justicia.
El mejor premio, es merecerlo.
Cuatro características corresponden al juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
Haz sólo lo que sea justo, lo demás vendrá por sí solo.
Todas las virtudes están comprendidas en la justicia si eres justo, eres una persona de bien.
El arte de juzgar y el de raciocinar son exactamente el mismo.
Cuando hay amistad, no hay necesidad de justicia; pero, aunque los hombres sean justos, han menester de amistad.
Es justo quien en sus relaciones con los demás sólo aspira a la igualdad.
Juzga poco, pregunta mucho, y al final serás hombre ducho.
Cuando la justicia lleva a la infelicidad:
La peor forma de injusticia es la justicia simulada.
El castigo de uno, advierte a muchos.
No tenemos derecho a juzgar lo que no somos capaces de entender.
Quien teme su conciencia, cada día cumple su sentencia.
Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía.
Hay pocas personas justas porque hay pocas personas dispuestas a dar a cada uno lo que le corresponde.
Todos estamos inclinados a juzgarnos a nosotros por nuestros ideales y a otros por sus actos.
La justicia inflexible es frecuentemente la injusticia más grande.
A veces la justicia es la conveniencia del más fuerte.
Quien puede recurrir a la violencia no tiene necesidad de recurrir a la justicia.
Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás.
Si no puede ganar la justicia, al menos que triunfe la verdad.
Cada cual se cree tremendamente investido, y hay muchos que se sientan a la derecha de Dios para juzgar a los demás.
La envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia.
Quien busca justicia con demasiado empeño y dedicación, en realidad no busca justicia.
La indulgencia no debe hablar demasiado alto, si no quiere despertar a la justicia.
Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.
Autor: Adrián Casasnovas ©