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Gobierno

De entre todas las aspiraciones que alguien pueda tener, la más adecuada es el de ser dueño de uno mismo, porque sin esto nada es posible. Para gobernar a otros hay que primero gobernarse a sí mismo. Dice Aristóteles: quien manda debe poseer la virtud moral en toda su perfección . La autoridad debe procurar que el bien sea idéntico para el individuo y para la sociedad. Este es el mayor éxito político.

El gobierno y el valor se complementan. Quien tiene el valor para gobernarse a sí mismo es apto para gobernar el mundo entero.

En el Mandala de las Emociones el gobierno pertenece a la familia de las virtudes.

El buen ejercicio de la virtud nos lleva a la felicidad, el mal ejercicio de la virtud a la pérdida de la felicidad. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción.

Cuando el gobierno lleva a la felicidad:

Educar es formar personas aptas para gobernarse a sí mismas, y no para ser gobernadas por otros.

Gobernar es buscar la concertación de todos los intereses particulares.

Gobernar significa cargar con los males de todos.

Piensa por ti mismo y cuestiona a la autoridad.

La primera máxima de todo ciudadano ha de ser la de obedecer las leyes y costumbres de su país, y en todas las demás cosas gobernarse según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso.

Hay que gobernar con guante de hierro dentro de guante de terciopelo.

La autoridad es una facultad natural que confiere al que la posee el don de provocar el respeto.

Shun fue sin duda uno de los que sabían gobernar por medio de la no acción. ¿Cómo lo hacía? Se sentaba reverentemente en el trono, mirando hacia el sur. Eso era todo.

Gobernar significa rectificar.

Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas giran ante ella.

El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de bienestar posible.

Ser autoridad es la esencia misma de una personalidad que ha conseguido un alto grado de desarrollo e integración.

No hace falta un gobierno perfecto, se necesita uno que sea práctico.

No se puede poseer mayor gobierno, ni menor, que el de uno mismo.

No hay autoridad como la que se funda en la justicia y se ejerce por la virtud.

Un estado es gobernado mejor por alguien bueno que por unas buenas leyes.

Para gobernar se precisa firmeza, pero también mucha flexibilidad y paciencia.

Que tu presencia suponga siempre autoridad. Para conseguirlo has de tener perfecto dominio de ti mismo.

Cuando el gobierno lleva a la infelicidad:

Quien no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás.

Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia.

El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan.

Los hombres intentan gobernar a los demás, pero evitan gobernarse a sí mismos.

El mayor peligro de los gobiernos es querer gobernar demasiado.

Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de los jugadores pierda el gobierno de sí mismo.

Todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio.

Si algún príncipe tiraniza al pueblo, no honra a los espíritus y pone en peligro la fertilidad de las tierras.

La fe que se apoya en la autoridad no es fe.

Mandando mal se pierde la autoridad del mando.

Gobernar con astucia es el arte de crear problemas con cuya solución mantiene a la población en vilo.

Debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo.

Los gobernantes que se preocupan por los tesoros y riquezas acarrearán enormes calamidades.

Los malos ejemplos recibidos en nuestra casa nos corrompen más fácil y prontamente, puesto que se insinúan en nuestra alma con fuerza de autoridad.

Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.

Autor: Adrián Casasnovas ©