gloria

Gloria

La gloria es la reputación, fama y honor extraordinarios que resultan de las buenas acciones y grandes cualidades de una persona. Dice Aristóteles: el honor es el mayor bien entre todos los bienes exteriores a la persona. La justa recompensa del mérito debe consistir en bienes exteriores, que son los galardones de los actos más brillantes. La gloria es la ornamentación de todas las demás virtudes.

La gloria y la belleza son dos hermanas estrechamente unidas. El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno ha de realizar.

En el Mandala de las Emociones la gloria pertenece a la familia de las virtudes.

El buen ejercicio de la virtud nos lleva a la felicidad, el mal ejercicio de la virtud a la pérdida de la felicidad. Esto depende del modo, la ocasión y la duración de la emoción.

Cuando la gloria lleva a la felicidad:

La gloria, como la luciérnaga, brilla a cierta distancia; mas vista muy de cerca ni da luz ni calor.

La gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis.

Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino.

La gloria humana no es más que un hálito de viento, que unas veces sopla de aquí y otras de allá.

Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.

La fama se apoya en el juicio de muchos, la celebridad en el de los buenos.

El placer de la gloria dura sólo un instante.

La gloria de alguien bueno, es el testimonio de la buena conciencia.

Se triunfa en la vida gracias a la salud, la inteligencia, el carácter y algo de fortuna.

El magnánimo se dirige hacia las cosas bellas y sin fruto, tanto más que hacia las útiles y ventajosas.

Al magnánimo le agrada mucho la indolencia y la lentitud, fuera de las oportunidades de conseguir un gran honor o pretender alguna rara empresa.

En muchas empresas, para alcanzar gloria no importa vencer: basta luchar.

Existe cierta gloria en quien puede expresar en palabras las grandes emociones que otros pueden sentir.

No hay más que una gloria cierta: y es la del alma que está contenta de sí.

El más elevado honor que la historia puede conceder es el título de pacificador.

Cuanto más mérito se tiene, más derecho se tiene a una buena parte de honores, y la mejor persona se merece la mejor parte de los mismos.

Grandeza tiene quien afronta los peligros reales y grandes dado que no considera su vida de tanto valor como para conservarla a cualquier precio.

Cuando la gloria lleva a la infelicidad:

A veces se asigna a la gloria de las personas más célebres algo de la miopía de sus admiradores.

Los premios son buenos para quien no los espera ni los busca y pésimos para el carácter y la integridad de quien trata de conseguirlos.

Aquellos a quienes la ilusión de la gloria ha subyugado, no encuentran ya encanto alguno ni en la sociedad ni en los placeres.

La excesiva grandeza debe siempre infundir temor.

Quien teniendo un enorme mérito se descalifica a si mismo, entonces principalmente, pone en evidencia la pequeñez de su alma.

Hay que poner más lejos la esperanza, resistiendo las tentaciones del aplauso inmediato; la gloria es más difícil, pero más digna.

Los que la gente considera dichosos tiemblan y se aturden en aquella su envidiada cumbre de gloria.

Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.

¿A quién, de veras, le ha satisfecho, después de haberlo logrado, aquel éxito que, cuando lo deseaba, le parecía enorme?

Con el aplauso y lisonjera aprobación del pueblo, cualquier cabeza puede calentarse.

Causa principal de querella: la gloria.

No cantes gloria, hasta el fin de la victoria.

La vanidad de la gloria humana no trae nada de comer, sino viento y vaciedad.

La vanagloria es el jactarse de los triunfos.

Pasa con la gloria lo que con la cocina: es preciso no presenciar las manipulaciones previas.

Ventajas de la gloria: disfrutar de un nombre que anda en boca de los necios.

Las frases de este artículo se encuentran distribuidas a lo largo del Oráculo del Alma.

Autor: Adrián Casasnovas ©